Se cumple un nuevo aniversario de la guerra de Malvinas y cada uno de los excombatientes tiene una historia para contar. Esta es la oportunidad de conocer a Daniel Paredi, un hombre que salió de un pueblo en su juventud para cumplir su sueño y, al igual que todos los argentinos, se encontró en medio de un combate, realizando acciones heroicas desde el aire.
El Brigadier retirado Daniel Alberto Paredi, es oriundo de General Pirán. En su adolescencia soñaba con ser piloto y concretó ese deseo, pero su historia dio un giro importante en aquel otoño del 82′.
n 1982 estaba en la cuarta brigada aérea “El Plumerillo” en Mendoza, había llegado después de hacer el curso de piloto en la Escuela de Aviación Militar en Córdoba y ahí, con un grupo, fue seleccionado para hacer el curso de piloto de combate. “Finalizado el curso en el 78′, me destinaron -junto a otros nueve compañeros- a quedarme en Mendoza para volar los aviones Skyhawk A4C”, recordó Paredi en dialogo con el portal Via Pais.
Y enfatizó: “Estuve volando durante los cuatro años siguientes y adquirí la experiencia de ser piloto hasta ser jefe de sección”, categoría que va ascendiendo dentro de la capacitación y el conocimiento de la aeronave, explicó.
“Ya en el 78′, siendo piloto de combate volamos un avión francés (Morane Saulnier MS-760 Paris), habíamos tenido un despliegue a fin de año a hacia Río de Gallegos porque se había presentado un conflicto con Chile, que gracias al Cardenal Samoré se diluyó –era el conflicto por las Islas Picton, Lennox y Nueva-”, recordó.
Se cumplen 40 años de la guerra de Malvinas y cada uno de los excombatientes tiene una historia para contar. Esta es la oportunidad de conocer a Daniel Paredi, un hombre que salió de un pueblo en su juventud para cumplir su sueño y, al igual que todos los argentinos, se encontró en medio de un combate, realizando acciones heroicas desde el aire.
El Brigadier retirado Daniel Alberto Paredi, tiene 67 años es oriundo de General Pirán, localidad que se encuentra a la vera de la Ruta 2 (a 80 kilómetros de Mar del Plata). En su adolescencia soñaba con ser piloto y concretó ese deseo, pero su historia dio un giro importante en aquel otoño del 82′.
En 1982 estaba en la cuarta brigada aérea “El Plumerillo” en Mendoza, había llegado después de hacer el curso de piloto en la Escuela de Aviación Militar en Córdoba y ahí, con un grupo, fue seleccionado para hacer el curso de piloto de combate. “Finalizado el curso en el 78′, me destinaron -junto a otros nueve compañeros- a quedarme en Mendoza para volar los aviones Skyhawk A4C”, recordó Paredi en dialogo con Vía Mar del Plata.
Y enfatizó: “Estuve volando durante los cuatro años siguientes y adquirí la experiencia de ser piloto hasta ser jefe de sección”, categoría que va ascendiendo dentro de la capacitación y el conocimiento de la aeronave, explicó.
“Ya en el 78′, siendo piloto de combate volamos un avión francés (Morane Saulnier MS-760 Paris), habíamos tenido un despliegue a fin de año a hacia Río de Gallegos porque se había presentado un conflicto con Chile, que gracias al Cardenal Samoré se diluyó –era el conflicto por las Islas Picton, Lennox y Nueva-”, recordó.
Luego de este episodio, “la Fuerza Aérea se dio cuenta que sus tripulaciones no conocían bien la Patagonia, el sur, sus vientos, su geografía, entonces comenzó a mandar a sus distintos escuadrones a volar en el sur para que las tripulaciones se adiestraran. En ese contexto, a mi escuadron I A-4C, que estaba con base en Mendoza, nos tocaba ir durante el mes de marzo por treinta días, nos habían divido en dos partes. Yo no había ido en el primer grupo porque mi señora había tenido familia, mi tercer hijo (José Ignacio) entonces me dieron unos días para que la acompañara”, explicó.
EN MEDIO DE ESA MISIÓN, COMENZÓ EL CONFLICTO BÉLICO EN MALVINAS
“El 30 de marzo, un grupo de diez pilotos y siete aviones estábamos en Río Gallego. El 2 de abril a nosotros, como a la gran mayoría de militares y civiles, nos sorprendió la recuperación de las islas estando nosotros, precisamente en Río Gallegos”, rememoró Daniel que en ese momento, era Oficial de Cuadrilla y jefe de sección: tenía 26 años.
Según el relato de Daniel, uno de los recuerdos de ese momento fue el de ver la desinformación que había en la población argentina en torno a la grave situación que acababa de comenzar.
“Me acuerdo perfectamente que por televisión veíamos la Plaza de Mayo llena de gente gritando y saltando, yo no tenía tanto conocimiento de Gran Bretaña como lo tengo ahora, habíamos estudiado en la escuela que era de característica de potencia colonial, habían tenido muchas batallas y seguían combatiendo, miembros de la OTAN, así que yo me dije: ‘el país que tenemos en frente no es nada fácil, no es un país débil así que vamos a tener que tener mucha precaución y diplomacia para poder salir de esto’ pero la gente seguía entusiasmada, saltando y gritando ahí en la plaza”, afirmó.
EL DESPLIEGUE DE LA FUERZA AÉREA EN EL SUR ARGENTINO
“El escuadrón mando una escuadrilla el 5 de abril para hacer un sobrevuelo sobre las islas, sobre todo llegar a Puerto Argentino. Al día siguiente me tocó hacer un vuelo sin los equipos de trajes anti exposición que se usan para cruzar el trecho considerable de agua. Llegamos a las islas, recorrimos en sobre vuelo a una altura intermedia e hicimos pasajes rasantes y no me olvido de ver la bandera argentina sobre un mástil flameando”, cuenta con mucho sentimiento en sus palablar.
Siguiendo con su relato, detalló: “Me emocioné muchísimo porque desde chico me habían inculcado que las islas pertenecían a la República Argentina y eso me motivó bastante. Hicimos una práctica y reconocimos la zona pero no fue demasiado tiempo, son 50 minutos de ida hasta las islas, más 50 de regreso, con viento en contra y el combustible consumiéndose”.
Y prosiguió: “La cuarta brigada aérea del Plumerillo (Mendoza) mandó en otro grupo, los 9 aviones restantes que quedaban del escuadrón, con pilotos y personal para conformar la base aérea militar San Julián en la provincia de Santa Cruz, y nosotros con parte del grupo, con los siete aviones que teníamos en Río Gallegos, hicimos el despliegue el 16 de abril, me tocó ser el jefe del desplazamiento de todo el material terrestre (tanques, bombas, tanques pilows – depósitos flexibles y móviles de combustible). Me tocó hacer el recorrido en una camioneta más los camiones con toda esa carga”.
“A partir de Comandante Luis Piedra Buena era todo camino de piedra y ahí se puso bastante duro transitarlo y sobre todo porque hicimos el recorrido durante la noche. Ya en San Julián nos destinaron en la hostería municipal. Nos instalamos en el aeropuerto”, indicó.
SORTEAR LAS DIFICULTADES PARA PROTEGER LAS ISLAS Y NO MORIR EN EL INTENTO
Los pilotos de la Fuerza Aérea se destacaron en el conflicto bélico por la gran destreza que demostraron a la hora de hacerse “invisibles” para los radares ingleses.
“En teoría las fragatas eran inexpugnables, no se las podía atacar desde ningún lado, había que atacarlas -si era necesario- desde los 360° lo que en el mar no podíamos seguir un rumbo preciso, durante las practicas previas, tratábamos de no tocar el agua con las alas y no matarnos, o no chocar con otros pilotos perdíamos el eje de la navegación así que se decidió volar rasante y directo al blanco. Tampoco nos dieron ni nos dijeron donde estaba la Santa Bárbara del buque, fueron muy pobres las explicaciones. No teníamos equipos para mantenerse con vida algunas horas ni cartas de las islas con las medidas correctas”, aseveró Paredi.
Y agregó: “Hasta el tercer o cuarto día no contábamos con cartas que estuvieran bien definidos algunos accidentes geográficos como para tomar referencia, no teníamos las bombas necesarias para tirarle a los buques. Fuerza Aérea se incorporó a esta guerra cuando por un decreto del año 69, el Estado Nacional definió que el Ejercito tenía responsabilidad sobre todo el territorio nacional y por supuesto las islas. La armada tenía responsabilidad sobre toda la costa y el mar argentino y la Fuerza Aérea tenía responsabilidad sobre todo el aeroespacio y hasta unas 12 millas, no teníamos el armamento para atacar buques por eso fue que tantas bombas que tirábamos no explotaban, pasaban de largo”. “No estábamos preparados para un combate aeronaval”
¿CÓMO FUE EL FIN DE LA GUERRA DE MALVINAS?
El aviador argentino expresó que “el fin de la guerra fue muy penoso y doloroso porque perdimos lo que habíamos recuperado y además se perdieron muchas vidas, sobre todo de compañeros, camaradas, amigos. Durante el conflicto, teníamos un gran espíritu de equipo, muy solidarios todos, la Fuerza Aerea es muy chica así que nos conocemos todos, somos como una gran familia y ver como llegamos al 14 de junio fue triste, lo doloroso es haber perdido muchos amigos. Valió la pena pero a un costo muy alto”.
Además, dejó en claro que “la Fuerza Aérea nunca se rindió, cuando le piden al brigadier Crespo a través de la radio, le dice que firmó Menéndez la rendición, los barcos se quedaron en puerto y Crespo dijo que la fuerza aérea no se rendía, él iba a hacer un alto al fuego pero no se rendía. Nosotros todavía seguimos atentos y esperando”.
“Por eso, firmada la capitulación los escuadrones aéreos no replegaron, nos quedamos una semana más esperando órdenes del comandante de la Fuerza área Sur, que era el brigadier Ernesto Crespo. El día 21 de junio, replegamos los únicos 7 aviones que nos quedaban. De los 16 habíamos perdido nueve y ocho pilotos habían fallecido, solamente uno se recuperó con vida, hubo dos que tuvieron eyecciones, pero uno murió congelado y otro con lesiones en las piernas y el cuerpo murió después de haber llegado a tierra”, detalló.
UN POBRE RECIBIMIENTO PARA LOS HÉROES DE MALVINAS
“El 14 de junio llegamos a Mendoza a las 15:20 una escuadrilla de cuatro aviones, y otra de tres aviones los últimos A4C de la brigada, entre los que me encontraba yo”, recordó el piloto.
También destacó que “después todo lo que pasó fue bastante triste. En Mendoza muy poca gente nos fue a recibir, estaban las esposas de los que veníamos en vuelo. Sin embargo, en San Luis, la comunidad de Villa Mercedes fueron muy bien recibidos pero en general, como buenos Argentinos que somos y exitistas, como perdimos una guerra fuimos olvidados de a poco”.
“No sé si el reconocimiento es el suficiente, a mí me basta que mi familia y mis conocidos me reconozca, que la Fuerza Aérea reconozca a sus excombatientes pero creo que el país, en muchos casos, debería reconocer a más gente, ver el esfuerzo que se hizo y que se intentó recuperar algo que es nuestra pertenencia. Quizá algunos necesiten un reconocimiento económico también, sobre todo aquellos que han perdido trabajo o psicológicamente se han destruido. Sobre todo soldados que no se han preparado para la guerra, hemos tenido casos de muchos suicidios porque no se los acompañó como corresponde”, declaró.
Por último sostuvo: “Amo a la Fuerza Aérea, me ha dado muchos amigos y hermanos de la vida, me ha dado la oportunidad de haber conocido mi país y otros países, haber trabajado y estudiado fuera del país así que estoy muy agradecido. En 2012 me retiré con el grado de Brigadier, en un primer año fui comandante de educación y pasó a llamarse dirección general de educación de la FAA, desde entonces estoy en mi casa de Martínez, hice algunos cursos de inglés operacional y después, con la llegada de los nietos tuve que dejar un poco eso. De todas maneras, estoy en una fundación con sede en la Universidad de Belgrano y también como miembro de la Asociación Pilotos de Caza, que es la que reúne a todos los pilotos que hicieron la escuela de caza y volaron aviones de caza”.
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